En mayo, los carlistas se pusieron en contacto con Mola,
por mediación de Raimundo García García "Garcilaso",
diputado y director del Diario de Navarra.
Los principales escollos de las negociaciones fueron:
el régimen que surgiría después del golpe militar
(dictadura militar o régimen tradicionalista y católico)
y la bandera que portarían los sublevados
(tricolor republicana o bicolor monárquica).
El propio general Sanjurjo, navarro y de origen carlista,
intervino desde su exilio con una carta el 9 de julio de 1936,
que decía:
"Querido Emilio, estoy enterado de su noble y patriótico trabajo
de organización y unión de pareceres, tanto para la preparación del movimiento como para la estructuración del país, una vez que hayamos triunfado.
Ratos desagradables son estos, pues siendo varios los que intervenimos,
y más siendo españoles, es difícil el empeño de aunar, pero no imposible,
dado el patriotismo de todos".
En realidad a finales de mayo, los planes de Mola eran ya claros
en cuanto a la contundente acción
a realizar para el golpe de Estado,
como consta en la instrucción reservada n.º
1,
firmada por Mola, en Madrid el 25 de mayo de 1936
que decía:
"Se tendrá en cuenta que la acción debe ser en extremo violenta
para reducir lo antes posible al enemigo,
que es fuerte y bien organizado.
Desde luego serán encarcelados todos
los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos
no afectos al movimiento,
aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos
para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas".